El príncipe no es azul, ni es principe, nosotras tenemos comprado el caballo blanco, lo vestimos al tipo de azul y le ponemos la capa de principe, lo inventamos de la cabeza a los pies. Le inventamos la mirada, la voz, las palabras y después nos creemos el invento. La que te cuente que lo encontró ya patentado y todo, te miente.
7 de febrero de 2010
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